Parece ser que el estilismo tardobatasuno que se gastan los chicos-as de Podemos y sus franquicias va más allá de los cortes de flequillo a tazón, la suciedad capilar consolidada y las camisetas de sobaco libre. La chulería tabernaria y amenazante de algunos de los diputados de “la nueva política” se ha expresado con toda su libertaria y torpe agresividad en el hemiciclo y los pasillos de la Junta General del Principado contra el portavoz de IU, Gaspar Llamazares, y se ha expresado en unos términos de acoso que a uno le recuerdan mucho los modales que exhibían en sus buenos tiempos los matones de HB en las herriko tabernas. Lo ha dicho con otras palabras Gaspar Llamazares, un tipo a quien puedo reprochar muchas cosas menos ser un alarmista, un acusica, un represor o un antidemócrata. Lo ha dicho tras ser testigo y objetivo directo de la estrategia de callejón de barrio chino que se gastan los adalides de los intereses “de la gente”, el mantra favorito que usan como coartada para hacer lo que diga el jefe, como por ejemplo poner candidatos a dedo igual que hacía Aznar.
Llamazares sabe bastante más que el podemitismo y su banda de lo que significa practicar el equilibrio de ser de izquierdas y estar en minoría y, sin embargo, ser capaz de hacer valer sus propuestas y conseguir que se pongan en práctica sin recurrir al bloqueo sistemático y la bronca insultante de asamblea de facultad que tan bien practican los de morado. Pero Llamazares tiene el grave problema de llevar en política más años que estos tardobatasunos sin depilar que han venido (dicen ellos) a refundar la democracia, y eso les convierte a él y a IU en reos de un crimen tremendo: ser unos esbirros de la vieja política, un saco en el que Podemos mete todo lo que le conviene, incluido el respeto por el adversario. Al parecer solo Podemos y el DNI dan de un tiempo a esta parte los certificados de calidad democrática de izquierdas en España. Si uno no baila al son que ellos tocan le graban con el móvil, como hace la policía en las manifestaciones, o te dan golpecitos groseros en el brazo para que no pierdas el hilo de su interesante conversación admonitoria sobre los peligros de no entender la política como debe ser: una catequesis.
Convertir los parlamentos en chigres es lo mismo que pensar que las conversaciones de chigre tienen valor legislativo. Algunos no se han enterado. Bienvenidos al circo, chavales.
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